desnudo direccional
Desnudo Direccional
Supe que Pol llegaría lejos prácticamente desde nuestro primer contacto. En aquella época, sólo era un alumno, pero ya sentado y sin abrir la boca desprendía fuerza.
Me refiero a esa clase de fuerza que no se puede ocultar. La que irradian aquellos hombres habituados a conseguir todo lo que se proponen gracias a una voluntad de acero. Hombres de los que, aun sin conocerlos, algo te dice que se levantarán una y otra vez de sus caídas. Hombres que jamás se rinden. Hombres excepcionales que, si alguna vez tu barco se viese azotado por una violenta tempestad, te gustaría tener bien cerca.
Ray, que era mi colaborador en ese taller, también se cercioró en el acto. Su mirada cómplice durante la primera salida que tuvo lugar horas después lo decía todo. Sobraban las palabras. La conclusión tácita compartida estaba clara. Podía resumirse en: ¿Has visto a este tío?…
Por aquel entonces Pol todavía se hacía llamar Fire. Fuego, de profesión bombero. Un hombre que se zambulle entre las llamas sin pensárselo dos veces. ¿Por qué? Porque es lo que toca hacer ahora. Así de simple:
—Hola, ¿te vienes a la orgía?
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