cati_jpg_75Toda historia tiene un comienzo.

La mía se remonta a cuando yo tenía cinco años y mis padres compraron un pequeño chalet con una pequeña habitación a la que dediqué a mi colección de barbies. Las niñas con barbies suelen jugar a mamás y papás. Sin embargo, yo utilizaba a las barbies más bien para juegos de “amor”.

La cocinita se podía convertir perfectamente en el sitio donde Ken y Barbie pasaban sus noches haciendo cosas que habrían escandalizado a las monjas del colegio. Me gustaba darles lo mejor: les había dedicado una estantería en exclusiva a su romance y tenían más de veinte camas cada uno. Si esos muñecos hubieran sido reales, aquella habitación podría haber pasado por “Sodoma y Gomorra”.

Esa afición la compaginaba con la de darle chutes a un balón. Una mezcla un poco extraña, ¿verdad? Quizás lo fuera y quizás en aquel momento no era más que una niña a lo chico, con gafitas, coleta, chándal y zapatillas…

Pero todo acaba para dar comienzo a algo nuevo.

El chalet se vendió, las barbies y sus novios fueron a parar a cajas y yo crecí. Ocupé el lugar vacío de aquel divertido juego que mi propia imaginación fabricaba. Comencé ya con doce años  a investigar qué era aquellocati_jpg_modi1351 del amor y sus ramificaciones. Adquirí experiencia y, con ella, una perspectiva privilegiada de la vida. Una perspectiva que me llevó a pulir virtudes que, hasta entonces, había visto grabandocomo defectos.

Uno de estos dones camuflados era la altura. Destacar entre las niñas de mi edad y sacarle bastantes centímetros más a cada una de ellas era una de las cosas que más odiaba. Hoy en día — con 1,72 más unos 6 cm de tacón que se le pueden sumar a veces— , sinceramente, me encanta.

Mi pasión por los deportes también dejó de ser otro defecto. Lejos de renunciar, este cambio de chip me llevó a consagrarme a ellos. Desde entonces, he practicado más de veinte tipos distintos, incluyendo el parkour más agresivo.

Esa mezcla de tantos deportes en los que a veces era la única hizo que me rodease de hombres en estado puro. Dicen que los hombres son de Marte y las mujeres de Venus, ¿verdad? Pues a fuerza de tantas experiencias y momentos compartidos, me 73convertí en una especie de híbrida. Por supuesto, sigo siendo nativa de Venus, pero he aprendido a hablar marciano.

Aunque, si de verdad quieres saber quién es Cati, necesitas que te cuente sobre mi pasión por el baile.

La semilla la pusieron mis padres a los cinco años. Por aquel entonces, no era más que una mocosa sin idea del ritmo a la que subían a un escenario para que intentase portada“seguir” a las mayores. Pero la semilla germinó. Y hoy en día, sin esperarlo, han llovido muchos sueños con forma de coreografía y baile. Actualmente compagino mis estudios con mi trabajo (mi pasión, más bien) como coreógrafa y bailarina, así que supongo que mis papás no lo hicieron tan mal después de todo.

Como es natural, no todo son dulces en el camino. Me han ocurrido cosas. Al igual que todos, he vivido experiencias que no echo en absoluto de menos.  He sufrido pérdidas, he padecido momentos comprometedores y llorado a través de desengaños amorosos.

Pero… ¿sabes lo que pienso? Que tal vez eso es lo que a mí me ha ayudado a aprender. Si no fuese por ese largo proceso de caídas y dolorosas transformaciones, ahora no sería la persona que soy. No sería capaz de conservar el increíble novio que tengo, no sería capaz de disfrutar de mis amistades y sueños como lo hago y, desde luego, no sería capaz de estar aquí para tenderte mi mano.

dscn1609Porque sí, todo el mundo suele ponerse en pie cuando tropieza. Y aprender que,  cuando vuelva a pasar por ahí, debe levantar la pierna para no volver a caer. Sin embargo, gracias a Mario Luna, quizás haya llegado el momento de saltarnos parte del proceso. El momento en el que podamos ayudar a la gente a no tropezar diciéndole de antemano que, si pasa por ahí, caerá. Al menos, esa es mi humilde intención.

Para lograrlo, he creado esta sección doble.

En la primera quizás escriba algo para inspirarte, pues tiene que ver con historias de mi propia cosecha  y la de otras compañeras. La elección de si han ocurrido en realidad o son sólo fantasías mías, lo dejo enteramente a tu criterio. De cualquier forma ten por seguro que, acompañadas de los libros de Mario, nuestros relatos te servirán para sumergirte y entender mejor el universo femenino (el de Cati, por lo menos).

En la segunda resuelvo junto a mis compañeras algunas de tus dudas. No sé si tendré tiempo de responder a todas las consultas que me lleguen, por lo que de antemano quiero decir que no me comprometo. Pero sí puedo asegurarte que, si sigues esta sección, poco a poco irás encontrando respuestas con las que quizás te identifiques o que te ayuden a progresar en tu camino como Aven.

Para entrar en cualquiera de estas secciones, clica en sus respectivos nombres.

Texto original de Cati revisado por Mario Luna.

cati_jpg_21mo


sex-crack2