genoma-matt-ridleyHasta hace algunos años, los seductores se movían por instinto.

Tenían una intuición que se había forjado a base de años de experiencia. Algunos la habían adquirido desde una edad temprana en tanto que otros, a base de golpes y tropiezos, habían logrado desarrollarla mucho más tarde.

No había caminos alternativos.

Si no encajabas en uno de estos dos modelos, te verías abocado a una vida de fracasos y desengaños amorosos. Poco importaba lo brillante, tenaz o grande que fueras.

Al decir esto, de inmediato me viene a la cabeza Nietzsche. Nietzsche fue un titán del pensamiento moderno a la vez que uno de los filósofos más admirados de mi juventud. Y, casi con total seguridad, también uno de los mayores fruscos de la historia.

Así es.

Nietzsche era un gigante que, pese a estar dotado de una de las mentes más potentes y penetrantes de todos los tiempos, resultó completamente incapaz de tomar las riendas de su propia vida sexual y emocional. ¿El resultado? Una existencia tan turbada como su pobre salud.

Por supuesto, él no podía hacer nada. La seducción estaba a más de un siglo de convertirse en ciencia. Pero, con la modestia que me caracteriza, no puedo dejar de hacerme la misma pregunta una y otra vez…

¿Qué habría sido de Nietzsche y de otros colosos como él si en sus manos hubiese caído un ejemplar de mi Sex Crack o mi Sex Code?

Jamás lo sabré.

Lo que sí conozco es el hecho que impedirá que una tragedia similar a la de Nietzsche vuelva a repetirse. Por fin, la seducción se ha convertido en una disciplina susceptible de ser estudiada como cualquier otra. A partir de ahora, todo genio que no tenga ni guarra de mujeres, será ignorante sólo por voluntad propia. Y todo esto… ¿gracias a qué?

Sobre todo, gracias a una nueva y mucho más profunda comprensión del ser humano. Una comprensión basada en el conocimiento de nuestros genes y de cómo hemos evolucionado hasta ser lo que somos.

Este nuevo enfoque iluminador nos permite comprender no sólo las diferencias entre nosotros y otras especies, sino también por qué lo femenino difiere tanto de lo masculino. En última instancia, hace posible que podamos teorizar sobre la seducción y tratar de desarrollar toda una ciencia práctica y experimental sin miedo a equivocarnos demasiado.

Es, pues, desde el más profundo agradecimiento a todos aquellos que han contribuido a desarrollar las nuevas corrientes del humanismo evolucionista, que deseo recomendarte esta obra maestra de la divulgación científica: Genoma, de Matt Ridley.

De este autor había leído su libro anterior The Red Queen (La Reina Roja), lectura sin la cual mis ideas sobre la psicología sexual femenina no serían las que son.

Pues bien, en Genoma, Matt Ridley acomete la ambiciosa tarea de explicarnos nada menos que la historia de nuestra especie en 23 capítulos. Y lo más increíble es que lo consigue. A fin de cuentas, ¿qué mejor manera de narrar la aventura de lo que supone ser humano que a través de esos 23 pares de diminutas moléculas que llamamos cromosomas?

Escogiendo un gen recién descubierto de cada uno de nuestros 23 pares de cromosomas y relatando su historia, este periodista consagrado a la ciencia nos ofrece un gran cuento de gran valor pedagógico: aquel que narra la historia de nuestra especie desde el origen de la vida hasta la era moderna.

El libro puede considerarse, ante todo, un resumen de nuestra esencia. ¿Por qué? Pues porque en el ADN se encuentra escrito y codificado nuestra forma de ser, pensar, actuar con el sexo opuesto, enfermar y hasta soñar o adoptar creencias religiosas.

El libro, de 390 páginas, está disponible en castellano (traducción de Irene Cifuentes) en la Editorial Taurus (colección Taurus Pensamiento). ISBN: 84-306-0414-6.

Que disfrutes transformándote con él.

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