Las dos mujeres por Arcángel
Lo primero de todo, advertiros que no se trata de una lección magistral de «cómo llegar a un trío», aunque en cierto modo pudiera serlo. Lo que quiero transmitirte aquí es que cuando quieres conquistar a una mujer tienes que hablar con sus dos partes a la vez y seducirlas a cada una a su manera. Dentro de la cabecita de estos seres llamados mujeres que tanto nos gustan y tantas cosas buenas aportan a nuestras vidas hay dos pilares fundamentales que tenemos que entender y comprender para saber cómo actuar correctamente, para darle lo que necesita y lo que es más importante: para que ambos tengáis lo que necesitáis, seáis felices y comáis perdices… u os comáis el uno al otro. Estas dos mujeres son las siguientes:
I – LA MUJER SOCIALMENTE RECONOCIDA. La que engloba toda la educación recibida a lo largo de su vida, sus experiencias en la amistad con el resto de amigas y amigos, la parte «aprendida y que ha ido al colegio» y, por ende, la parte que nos ha sido transmitida a todos nosotros a través de los medios de comunicación, la escuela, nuestra propia madre (la que más)… Sí, sí, ¡TU MADRE! Todavía no he visto a una madre antes de la primera cita de su hijo con su primera chica, decirle a su hijo «Dale caña, ¡a por ella, a saco hijo!»… ¿Os lo imagináis? Dentro de unas cuantas líneas entenderéis mejor este comentario.
Por regla general, la mujer socialmente reconocida ha sido educada, más que como una persona independiente, como un OBJETO DE VALOR, UN PREMIO A OJOS DE LOS HOMBRES, y lo que para nosotros (y ellas) es peor, para REPRIMIR SU IMPULSO SEXUAL, al menos en público. Desde que nace y comienza su educación se le ha dicho que ha de subirse en un altar, que la tienen que tratar como una reina, que «guarde su flor» para el momento adecuado y un montón de falsas creencias acerca de un hipotético PRÍNCIPE AZUL que algún día la hará digna de ser mujer y le pondrá un chalet en la sierra.
Es la mujer premio o mujer trofeo, pero desde luego no es una mujer libre, ya que está condicionada constantemente por opiniones y mentes ajenas a su persona: sus amigas, su familia, la gente que la conoce, la sociedad en general, etc., etc.
II – LA MUJER INSTINTIVA. La que no se deja ver muy a menudo, al menos tal y como a nosotros más nos gusta. El selector de genes más eficaz y menos piadoso de toda la naturaleza. La mujer de apariencia femenina, bella e inocente que mira con lupa cada una de tus reacciones, respuestas, gestos, palabras… poniéndote a prueba tanto consciente como inconscientemente para saber si eres un verdadero macho alfa destinado a perpetuar la especie, o un macho beta destinado a conformarte con la primera mujer que se acueste contigo para los restos.
Ella es la que quiere estar con un hombre verdadero, la que será seducida, no por tu ropa, ni por tu dinero, ni por tu coche, ni por tu casita-picadero de la montaña donde llevas a las mujeres que han caído en tus garras… Ella NO, a ella no le valen estas cosas ¿Sabes por qué? Porque ella desea a un HOMBRE DE VERDAD que sea capaz de asumir su situación, sea cual sea, sus sentimientos y emociones y liderarlos sin dejarse afectar por ellos, que tenga capacidad para resolver problemas, que no pida excusas por todo, que sea capaz de liderar y afrontar situaciones, que la haga reír y disfrutar de su cuerpo y que le dé la SUFICIENTE SEGURIDAD para ella le confíe su AFECTIVIDAD Y SU CUERPO y posteriormente, la descendencia.
Por fortuna, e insisto…, por fortuna, la verdadera es la segunda, y es la que en último extremo toma las decisiones importantes acerca de sí misma y de su destino, ya sea a solas o compartido con un hombre que sepa hacerla feliz dándole lo que necesita. La Mujer Instintiva, ojala nos hubieran enseñado más acerca de ella en el colegio y no tanta disyuntiva entre «ética o religión». Seguro que tod@s seríamos ahora más felices.
Lo importante para nosotros es saber que la MUJER INSTINTIVA está oculta o mejor dicho, envuelta en la MUJER SOCIALMENTE RECONOCIDA, como si de una cáscara se tratara. Cáscara que tenemos que sacar poco a poco, capa por capa, para acceder a ella.
Vamos a volver por un momento a nuestra más tierna infancia, o quizás un poco más a la adolescencia… Cuando nos empezaron a gustar las chicas, cuando empezábamos a quedar en grupo, a engominarnos el pelo (al menos ese era mi caso), a ponernos guapos para salir y dar una vuelta por el centro comercial, ir al cine con nuestras compañeras de clase y cenar después en el Burger antes de llegar a casa antes de las 00:00h…
¡Qué tiempos aquellos! Te diste cuenta que tus amigas, o al menos algunas de ellas empezaron a fumar, empezaron a salir con chicos SIEMPRE MAYORES QUE TU, las dejaban entrar en cualquier discoteca, aunque este no era tu caso… A ti siempre te tiraban en la puerta por las zapatillas ¿verdad? En esa época es cuando comienza a manifestarse con más fuerza la Mujer Socialmente Reconocida.
Traducido a palabras masculinas diríamos que es la época en que la sociedad intenta por todos los medios llenar de pájaros la cabeza de nuestras jóvenes mujeres, encajándolas en unos patrones de comportamiento encaminados a ser portada de la Súper Pop: Una chica guapa, romántica, 16 años, con ropita de marca, virgen (aunque ya… vete tú a saber), detrás de la que tiene que ir un chico en el instituto, ya que si no, no son nadie. La época en la que empiezan a formarse círculos amistosos, en los que sus amigas condicionan su comportamiento, en especial con los chicos:
«¿Te has enrollado con Toni?»
«No, que va»
«Pues Loli me dijo que ayer estuvisteis en el parque a la salida del instituto»
«Somos amigos»
«Os vio besaros»
«Que no tía, ¡jo!»
«Que cabrona, si sabes que le gustaba a Lauri»
A ver. ¿Qué pasaba si nuestra amiga se estaba dando besitos con el enrollado de Toni (dos cursos mayor que el resto de nosotros)? Pues pasaba que al día siguiente lo sabía todo el instituto y nuestra amiga tenía fama de que «follaba». Daba igual si lo había hecho o no, sobre ella aparecía un aura que nos decía a todos que esa chica tenía vida sexual en mayor o menor medida. Entre sus amigas pasaba a ser la «guarra» o entre los chicos la que «follaba».
Con un público así y a una edad en la que cualquier comentario de tus amigas pesa mil veces más que los tuyos propios, cualquier movimiento sexual o afectivo para ella puede ser condicionante de aceptación o rechazo social.
Ella va creciendo y la Mujer Socialmente Reconocida pasa a ocupar el escaparate. Al final, ya casi al terminar la carrera en la universidad ves a tu amiga y no puedes seguir viéndola de esa manera, como amiga me refiero. Empiezas a dejarte ver en todos los sitios a los que ella va, eres bueno con ella, la escuchas, te portas bien con ella, quedáis para estudiar en la biblioteca. Te sientes cada vez más cerca de ella porque te lo cuenta todo, la invitas a ir al cine, a cenar de vez en cuando… Pero no te arrancas, siempre piensas que se lo dirás en la próxima cita.
El día de tu 20 cumpleaños decides dar una fiesta en tu casa y después salir todos de marcha por el polígono. Invitas a todos tus amigos y, por supuesto, la invitas a ella. Piensas: «¡Hoy es mi día, hoy cae Cristina!» La cosa va yendo bien, todo el mundo está borracho ya, con la risa fácil, tu amigo Víctor está haciendo porros a diestro y siniestro…, todos lo están pasando bien.
Tú, aprovechando el despiste general comienzas a buscar a tu amiga Cristina por todas las esquinas para decírselo todo de golpe y una vez. Tienes el momento «tequiero» del pedo y hoy por una vez te sientes con fuerzas. Buscas, buscas pero no la encuentras… Decides ir al baño a desahogar un poco los 5 cubatas que llevas hasta el momento y a pensar mejor lo que le vas a decir, no vaya a ser que se te vaya la lengua hoy justo y vayas a hacerlo mal.
Cuando entras al baño del garito lo primero que ves es a tu amigo Óscar dándose el palo en el servicio de los chicos con una piba y piensas: «Este tío es cojonudo, no se como se lo monta pero todos los findes se lo monta con una distinta, ¡está hecho un crack!». A los dos segundos de haber pensado esto te das cuenta que la chica con la que se está morreando y le está levantando la camisa hasta el sujetador es tu querida Cristina…
Sí, sí, sí… Cristina. Además ves que ella se lo está pasando en grande porque al entrar tú al baño te ha visto de refilón y ha seguido a lo suyo con tu amigo Óscar. Debe ser la tercera o cuarta chica en la lista de Óscar de éste mes, pero tiene que ser precisamente ella. La tuya, tu Cristina, a la que llevas paseando desde hace ya curso y medio, la misma a la que hoy le ibas a abrir tu corazón, a soltárselo todo, la misma a la que has acompañado tantas veces a casa, a la que has escuchado sus tristezas, a la que regalaste un peluche de Winnie the Pooh en su cumpleaños, a la que le dejas tus apuntes y a la que te gusta invitar a un helado cuando salís de la universidad.
Miras dos veces, tres veces para asegurarte y si… ¡ES ELLA! ¿Qué ha pasado aquí? ¡Hay algo que no encaja! Es el día de tu cumpleaños, además. Empiezas a pensar en todas las chicas que se ha «comido» tu amigo Óscar en el último año. Ninguna le ha durado más de un mes de rollo, se cansa de ellas, una y a por otra. Además, él es un chulo con las tías, nunca va a invitarlas a nada, le tienen que llamar ellas a él, en cuanto se acuesta con ellas las deja y lo que es peor: empiezas a acordarte de que cierta tarde Cristina te comentaba en un descanso para fumar en la biblioteca que «Óscar es un mamón, pasa de Laura como de comer mierda… Éste va a lo que va». Ahora ella le está comiendo los morros desesperadamente en tus narices.
Parece que a nuestra amiga se le ha caído la máscara de Mujer Socialmente Reconocida y ahora mismo está en su salsa. Ahora nos surgen varias preguntas: ¿Qué es lo que he hecho mal? ¿Qué es lo que ha visto en el gañán de Óscar? ¿Acaso no la conozco? ¿Me ha estado mostrando una cara que no es la verdadera?
Por ésta última pregunta van los tiros y no es porque ella no haya sido sincera contigo. Lo que ha pasado, es que le has hecho caso a tu madre, a tu padre, a tu profesor de religión, a los políticos, a los libros de poesía, al código de honor (si es que existe ese libro, me gustaría pillar al mamón del autor), al de caballería, a las comedias románticas y a lo que ella te decía. Le has hecho caso a todo el mundo menos a tu INSTINTO y has estado hablando con La Mujer Socialmente Reconocida desde el primer día que la viste.
Probablemente, ella te ha probado desde el primer día en que os visteis, te habrá hecho la inocente pregunta al salir de clase: «¿Qué te parece que hagamos ahora?» y tu, lleno de caballerosidad y entusiasmo habrás respondido: «Lo que tu quieras».
Ahí empezaste a fallar en su test particular, y empezó a verte como un «amigo». Seguro que aquella noche en la que te llamó llorando porque había discutido con su mejor amiga no tardaste ni tres segundos en coger el teléfono, además nunca tiene que esperar más de dos toques a que se lo cojas.
Entre líneas, la Mujer Instintiva que se ocultaba detrás de esa inocente apariencia estaba buscando en ti un Macho Alfa, y la decepcionaste profundamente, porque se encontró a una «amiga» o a un Macho Beta… No sé que es peor.
Quien te escribe estas líneas, ha pasado por esta misma situación a los 20 años. Unos días más tarde, estudiando con ella en la biblioteca para los exámenes de septiembre, no podía concentrarme, ya no podía verla igual que antes, no quería ni verla mejor dicho.
Ella me cogió de la mano y yo me quedé blanco, creo que obviamente ella había notado un cambio radical en mi comportamiento, como buen Beta que era: «Salgamos a hablar» me dijo.
Yo estaba muy serio, no dije ni pío por miedo a hacer algo mal, ya que no quería que se me notara mi verdadero estado de ánimo. Además habíamos planeado después de los exámenes irnos juntos una semana a Milán a un campo de trabajo para universitarios. Yo ya no quería ir con ella, obviamente, pero ya estaba todo montado. Ella me dijo después «Sé lo que pasa». Y yo, que a estas alturas ya no sabía como reaccionar, le mentí y le dije que no sabía de que me estaba hablando, frío como el hielo.
«¿Qué crees, que no me he dado cuenta?» me continuó diciendo. Yo lo único que respondí era que tenía que estudiar y que no podía perder el tiempo. Me di la vuelta y me volví a meter en la sala de estudio. Ella se metió al rato, se sentó como siempre en frente mío pero no levantaba la cara y tenía el pelo que no me dejaba verla.
Le dije «¿Qué te pasa?» Resulta que mi amiga tenía la cara como un tomate, estaba llorando y dejando los apuntes empañados de lágrimas. Lo primero que pensé: «Encima la que me monta esta tía, si el que está jodido soy yo». No se me ocurre otra cosa mejor que dejarme llevar por los nervios, coger mis cosas y largarme dejándola allí. Me llamó esa tarde y me preguntó si nos íbamos a Milán, yo le dije que se fuera con mi amigo si quería.
Fijaos bien cómo lo hice: No pasé ni uno solo de sus test de valía, me convertí en una «amiga» para ella y encima me dejo llevar por los nervios en su presencia cuando ella me manifestó sus emociones, aderezado con un desprecio a lo doncella desconsolada vía telefónica.
¿Puede decirme alguien si se puede ser más Beta? No es que cometiera un error, es que ni una sola vez desde que la conocía me había portado como un hombre con ella. Ella no tenía la culpa, ella hacía lo que tenía que hacer como mujer. Era yo el que no había dado ni una. Unos cuantos años después ahora puedo saberlo.
Después de todo esto, creo que lo mejor que puedo decir para ti y para mí es: BE ALPHA MY FRIEND!!!
Un abrazo, ARCANGEL
_______________
Mario Luna, fundador del Equipo Seducción Científica y autor de las obras
Sex Code: El Manual Práctico de los Maestros de la Seducción ©2007
Sex Crack: Conviértete en un Maestro de la Seducción ©2009
Apocalípsex: Los 10 Mandamientos de la Seducción ©2011
0 Comments
Los comentarios están cerrados.