Crackeando sus defensas por Mario Luna
Mar Jul 23, 2006 12:04 am
Hace tiempo que no salgo a sargear, por culpa del dichoso libro.
Ayer un gran amigo me convenció de que, si me quedaba apolillado en casa una noche más, perdería para siempre mis facultades de mamífero.
Tenía razón. A mi alrededor estaba empezando a formarse una especie de costra de textura suave y espumosa. Podía sentirlo. Algo similar a los capullos que hacen los gusanos de seda cuando se van a transformar en mariposas.
En mi caso, sin embargo, no sabía qué podría salir de todo aquello. Temía, eso sí, que no fuese nada bueno.
Total, que accedí.
Al cabo de tres horas estaba ya paseando a solas con mi OBJETIVO por la orilla de la playa. Por décimas, no llegaba a ser una T9. Y me sacaba medio palmo.
Curiosamente, no había sido difícil llevarla hasta allí.
La había encontrado en uno de esos locales con terraza que habilitan en verano.
Gracias a Dios, la acompañaba un FRUSCO que ya la había aburrido hasta la muerte.
Los signos de invitación no se hicieron de aguardar.
Primero varias ojeadas “involuntarias”, como tics nerviosos. Después una larga mirada a su alrededor que estaba pidiendo a las claras que la rescatasen. Y finalmente un pequeño movimiento de acercamiento, con FRUSCO incluido, hacia mi SET. Un SET de funcionarias semidormidas, en el que me estaba costando Dios y ayuda inyectar algo de vida.
Yo había fingido no verla en todo ese tiempo. Había pretendido encontrarme demasiado absorto animando a las cuatro marmotías de mi SET. Por ello, aunque no se lo esperaba, supongo que no se extrañó demasiado de que abandonara mi SET y desapareciera de repente de su radio de visión.
Pero lo que en modo alguno esperaba fue encontrarme a su espalda sólo unos minutos después, acariciándole una mano con la mía y usando la otra para rodearla con suavidad por la cintura. Cuando se volvió incrédula, pude observar que había logrado causar el impacto que pretendía.
No era exactamente la APERTURA indirecta que enseño a mis alumnos con menos experiencia, pero la química estaba allí. Y, por suerte, soy un AVEN. En otras palabras, lo tenía prácticamente todo previsto.
? ¡Vaaaaya!… ¡No eres Mariiiiia!… ? exclamé con una risita de sorpresa divertida. Durante esos momentos, había aprovechado para mirarla intensamente a los ojos. Pero fueron momentos cortos, pues no tardé en casi darle casi la espalda para dirigirme al OBSTÁCULO. Lo hice llevándome lentamente una mano a la cabeza, tratando de parecerle un tipo divertido y ligeramente achispado ?: Tiene, gracia, ¿no? Creía que era María, así que me he preguntado: “¿Qué hace María con este chico tan curioso? Seguro que se lo quiere llevar al huerto.”
No habían entendido ni papa, porque eran alemanes.
? Ok, do you speak English?
Me dijeron que sí, así que les expliqué la misma historia en inglés. Es decir, se la expliqué al OBSTÁCULO básicamente, porque a ella apenas me dirigía para hablar. Nada personal, simplemente no me parecía tan interesante o relevante como el OBSTÁCULO. O eso creía ella.
Dicho sea de paso, supongo que le chocó oír a un español con tan buen nivel de inglés. Sencillamente no era lo común. En fin, podíamos considerarlo una DAV más. La primera había tenido lugar instantes atrás: al abrir con un par de huevos y ofrecer, además, la clara impresión de que me sentía como pez en el agua.
(A partir de ahora, traduzco la conversación, para que la entiendan todos los lectores).
? Oye, y no la habéis visto por aquí, ¿verdad? ? proseguí ?. Es una chica así, morena, alta, más o menos como ella… ? dije sin apenas darme la vuelta y alargando la mano para acabar casi metiéndole el dedo meñique en el ojo ?. Mira, es inútil, mejor os enseño la foto y me decís si la habéis visto por aquí. Es una chica muy guapa ? le susurré al OBSTÁCULO ? y… ahora que pienso… ¿sabes?… Le caerías bien… Creo que le encantan los alemanes…. ¿O eran los polacos?
Decía todo esto mientras revolvía en mi bolso de cuero en busca de mi cámara digital. En la memoria de ésta guardaba explosivas marías de todos los colores y tamaños. Aparecían en actitudes lésbicas con otras chicas, con mis alas y con gente vestida de forma tan llamativa como yo. Pero todas posaban conmigo en alguna que otra foto. Además, muy pocas marías bajaban de T8.
? No, esta no es María… Esta tampoco… Mira a Sandra, qué idiota, cómo le chupa la oreja a Pedro… Aaaaaquí… Esta sí. ¡Esta es María! ¿La habéis visto por aquí?
Obviamente María era, de todas, la más similar al OBJETIVO. Entre tanto, el OBSTÁCULO había estado mirando cada una de las chicas casi con cierta codicia. El OBJETIVO, por su parte, no había dejado de hacerme preguntas sobre las fotos que yo en su mayor parte había ignorado. De nuevo, nada personal. Es sólo que soy un poco despistado y me cuesta prestar atención a dos cosas a la vez. O eso pensaría ella.
Justo en ese momento suena mi móvil. Era mi ALA, pero en letras grandes podía leerse en la pantalla de éste: “MARÍA”
Mi ALA hizo lo que hace siempre en estos casos: nada. Guardaba silencio al otro lado del teléfono. De hecho, él se encontraba en la misma terraza que yo, a tan sólo unas pocas decenas de metros de distancia. Sin embargo, tenía el teléfono en el bolsillo del pantalón y nadie podría haber dicho que estaba realizando una llamada con él.
(En estos casos, nunca colgamos. Al principio lo hacíamos así hasta que, un día, mientras hablaba con la supuesta María delante de una T8, el móvil me sonó en la oreja. Fue bastante embarazoso. Desde entonces, nunca colgamos.)
Me aseguré de que tanto el OBSTÁCULO como el OBJETIVO vieran el nombre de María en la pantallita antes de responder la llamada y empezar con mi teatro.
? ¡María!… ¡So pedazo de zorra!… ¿Qué haces?… ¿Que qué?… ¿Qué estás dónde?… No, no, tía…. Yo no voy a ir allí… No, ni aunque estés en la piscinita en bolas con tu amiga, ni nada… No, no, tía, en serio, yo paso…. No, que mañana tengo que representar la obra y paso de estar cansado… No, de verdad, qué puta eres… Yo pensaba que íbamos de tranquis esta noche… Qué cerda, tía, sólo me quieres para “eso”… Oye tía, que aquí no somos como en tu puto país, ¿sabes? Aquí des-can-sa-mos… Sí, claro, pues si al final no voy (porque puede que no vaya, en serio, tía, creo que hoy no me apetece), si al final no voy, ¿quién va a pintarme las uñas? ? Al decir esto me miraba la mano libre y proseguía ? ¡Mira cómo las tengo…!
¿El propósito de la llamada? Podría resumirse en una frase. VALOR y VALOR y VALOR y más VALOR y VALOR… VALOR.
Al cabo de un par de minutos como máximo, siempre cuelgo. Entonces le pido a la persona del SET a la que le he dejado cuidando mi cámara y que normalmente ha estado curioseando con sus fotos que me devuelva la cámara. Por cierto, mientras hablo por teléfono, suelo dedicarme a calibrar las reacciones de la gente. Puedo hacerlo porque la RUTINA DE MARÍA está completamente enlatada y no tengo que pensar.
Dicho sea de paso, igual que hay muchas marías y de muchos colores, las hay de muchas nacionalidades. En este caso, María era una americana pija con un apartamento en la costa con la que, por supuesto, me comunicaba siempre en inglés.
Lo de “puta, zorra, etc.”, lo digo también siempre en un tono amistoso-jovial. Nadie piensa jamás que la trato mal o que estoy dolido con ella en modo alguno. Vamos, que María y yo nos divertimos mucho el uno al otro, hasta el punto de que insultarnos ha llegado a formar parte indispensable de nuestro juego. Somos así de guays. Además, tengo con ella una buena relación y le hablo como lo haría con un T9 de la que soy muy amigo. Una persona con la que comparto de tanto en tanto experiencias únicas de sexo salvaje sólo como pasatiempo y sin que ninguno de los dos llegue a implicarse emocionalmente.
Esa era mi realidad, simplemente. Y al que no le guste, que se joda. Por supuesto, puede que estuviese exagerando un poco, pero ya conocéis el principio: FINGE QUE LO ERES HASTA QUE LO SEAS.
Como digo, di por concluida la conversación telefónica.
Al hacerlo, suspendí un momento la mirada sobre los ojos del OBJETIVO con una mueca particular. Una mueca que expresa que estás dando por sentado que la persona que tienes en frente no va a estar a la altura de las circunstancias. Y le pregunté:
? Por cierto, ¿tienes idea de… pintar las uñas? No, en serio, no me mires así… Si no tienes cierto talento artístico, mejor que lo dejemos… Además, tienes que ser rápida. Sólo tengo dos minutos, ¿sabes?
En el bolso suelo llevar también un botecito de laca pintauñas. Las noches discretas, uno de laca blanca; las atrevidas, negra. Anoche era de las atrevidas.
¿Loco? ¿Exhibicionista? ¿Que si voy en serio?
Bueno, tendríais que verme en uno de mis atuendos. Por expresarlo de un modo conciso, diré que en mí podéis encontrar lo más parecido a una Drag Queen con barba de tres días.
No es que lo recomiende a mis alumnos. Yo siempre digo lo mismo: el PAVONEO te ayuda si tienes juego y eres capaz de proyectar VALOR. Y viceversa.
Por ello, mi consejo a los principiantes es que vayan tanteando el agua de los accesorios sexuales antes de zambullirse en ella. Que se pavoneen con moderación.
Recuerdo que uno de ello se tomó el recurso demasiado en serio y acabó marginado en la esquina de un pub. Había creado un molesto vacío a su alrededor, pues nadie se le quería acercar a menos de una cierta distancia. Ni siquiera sus amigos.
Pero volvamos al parte.
El OBJETIVO se cualificó de inmediato. Sí, ella sabía pintar las uñas mejor que nadie. Vaya, ¿en serio? ¿Y era además una persona intuitiva?
Lo era, por supuesto.
Así que, mientras me pintaba las uñas, le hice el siete inverso. Es decir, yo lo escribí en el móvil con la otra mano, se lo pasé al OBSTÁCULO y luego le hice adivinarlo al OBJETIVO. Los tres quedamos impresionados. Ella, consigo misma y con la conexión que existía entre nosotros. Yo, falsamente (era mi primer IDIC). El OBSTÁCULO, de verdad.
Aproveché la situación para aplicarle EL CUBO a ambos y para hablarles de uno de mis jobis: la PNL. Eso dio mucho de si y me permitió seguir llevando a cabo LECTURAS EN FRÍO con interesantes explicaciones, a la vez que me hacía proyectar VALOR a raudales. Antes de mi, el SET estaba muerto. Después de mí ? podía verlo ? un nuevo universo se desplegaba ante sus ojos.
Entre tanto, el OBJETIVO no dejaba de hacerme preguntas que yo respondía sin excesivo entusiasmo: “si, me ayuda antes de las actuaciones”, “no, es sólo mi amiga”, “bueno, lo que hacemos no creo que sea realmente asunto tuyo, nada personal, ¿sabes?”, “oye, sólo porque seas medio bruja y leas la mente de la gente no quiere decir que tengas derecho a inmiscuirte en todo”, “sí, claro, eso se lo dirás a todos…”, “¿de verdad?, no sabía eso de ti… vaya, no esperaba eso de alguien de tu tipo…”, “no, no es que no seas guapa, entiéndeme, pero… ¡la belleza es algo tan común en nuestros días…! Mira a tu alrededor, ¿quién no es guapo en este país?” “¿En serio? ¿Green Peace? ¿Veterinaria también? Vaya, ahora si que me has tocado la fibra…” “Yo… De verdad, estate un minuto sin hablarme, que esto empieza a escapárseme de las manos…!”
Al cabo de una media hora, miré el reloj. Normalmente me lleva más, pero esta vez la TEMPERATURA DE COMPRA se había mantenido alta desde el mismo principio. No había que sobrecalentar. Era el momento de extraer al SET. Le hice la señal secreta a mi ALA, el cual abordó nuestro grupo a los pocos segundos.
Se presentó, actúo como una persona muy sociable y nos habló de un sitio que estaba muy bien para bailar. ¿Queríamos ir?
? No, no creo ? le dije ?. A mis amigos no les gusta el baile.
¿Cómo que no? Por supuesto que al OBJETIVO le encantaba el baile. En cuanto al OBSTÁCULO… bueno, a él le daba igual.
Mientras caminábamos todos juntos hacia una terraza en que podían bailarse ritmos latinos y que ambos conocíamos al dedillo, mi ALA se dedicó a contar unas cuantas hazañas sobre mí. Yo, por mi parte, dejé caer una historia sobre mi perro que dejaba al descubierto algunos PUNTOS DE VULNERABILIDAD.
Para entonces ya habíamos averiguado la clase de relación que existía entre ellos. Él estaba asistiendo a un curso veraniego de español y vivía en una residencia. Ella se hospedaba en el piso de una amiga a la que había venido a visitar unos días.
Se habían conocido esa misma mañana en la cola del chiringuito playero. Ella le había contado a él que esa noche su amiga iba a salir con el novio y él le había propuesto salir a dar una vuelta y explorar juntos la ciudad. Y eso era, precisamente, lo que estaban haciendo cuando los encontré. Ambos eran alemanes.
Le indiqué a mi ALA con la mano que la TEMPERATURA DE COMPRA estaba alta. Captó el mensaje.
Al principio, dejó sólo al OBSTÁCULO con ella mientras ambos dábamos una pequeña exhibición con algunas de las chicas del local que sabían bailar. Es así de simple. Les pides un baile, ellas acceden y, si sabes bailar, las siguientes también acceden.
No es ligar, es salsa.
Entretanto, el OBJETIVO no paraba de dar codazos a su amigo para que la sacase a bailar, pero él no parecía terminar de animarse.
La saqué yo y, como no era muy buena, hicimos unos básicos. Entre tanto, mi ALA se dedicaba a enseñarle al OBSTÁCULO algunos movimientos de baile. También le presentaba chicas, a las cuales convencía para que le enseñasen el básico.
La TEMPERATURA DE COMPRA estaba alta. Había llegado el momento de intentar AISLAR al OBJETIVO y llevarla a un entorno de romance. A partir de ahí podían ocurrir dos cosas:
1. Que el OBJETIVO accediese a la primera y se viniese conmigo a un entorno de romance. Si esto ocurría, sabía que las probabilidades de que escapase serían mínimas.
2. Que el OBJETIVO no accediese. En dicho caso, podría intentar un CIERRE CON TELÉFONO y seguir sargeando o quedarme para continuar mi trabajo en la CAMPAÑA DE VALOR y volver a intentar AISLAR de nuevo más tarde. En este último supuesto, ayudaría a mi ALA a abrir otros SETS y a apoyarlo cuando lo requiriese.
La canción estaba finalizando.
Le hice girar unas cuantas veces para que, aunque no tuviese ni idea, experimentase la sensación de lucirse un poco. Al terminar la canción fingí entusiasmo:
? ¡Fantástico!… ? exclamé. Y justo en el momento en que sus ojos brillaban más, abrí los brazos como esperando su abrazo. Ella se acercó para dármelo, pero yo en lugar de abrazarla la cogí con suavidad de las mejillas y le di un pequeño beso en los labios.
Era mi forma de ponerla a prueba y de obtener valiosa información. Ella reaccionó con cierto sobresalto, pero para entonces yo ya me había alejado de ella con el pretexto de apoyarme sobre una barandilla y descansar. Quería ver si me seguía. Lo hizo.
Actué como si el beso no hubiera tenido lugar o como si fuera lo más natural del mundo. Sus reacciones provocadas por un PILOTO AUTOMÁTICO programado desde la juventud apenas importaban. Yo sabía que, cuando estaba conmigo, su cerebro no dejaba de bombardearla con avalanchas de química. Y eso era bueno.
Ahora ya podía lanzar el anzuelo. Podía intentar AISLAR.
? Mira ? le dije cuando se hubo terminado de acercar ?. Conozco un lugar precioso junto a la orilla de la playa. Es un lugar cargado de energía, pero de energía sosegada, ¿entiendes? Un lugar donde puedes ser tu mismo. ? Aquí hice una pequeña pausa. Me gusta darles tiempo con el fin de que asimilen la información y, una vez lo han hecho, les doy aun un poco más para que su imaginación disponga también de cierto margen de maniobra. Proseguí ?: Yo voy a relajarme un rato. Si crees que eres capaz de no romper la magia, puedes acompañarme unos minutos.
Se quedó pensativa.
? ¿Sabes leer las lenguas que dibujan las olas en la arena? ? añadí ?. ¿No?… Ven ? concluí mientras le tendía la mano. Ella la cogió y me siguió.
En la playa no habría más RUTINAS. Cierto, podía moverme en la zona segura y seguir aplicando JUEGO SÓLIDO. En otras palabras, dedicarme a seguir demostrando VALOR aunque centrándome sobre todo en generar confort, confianza y conexión. Y podía insinuar cierta caballerosidad, además de explotar los posibles elementos que encontrase de predestinación.
Confort, confianza, conexión, caballerosidad y predestinación. Lo que yo llamo 4CP. O, sencillamente, ROMANCE.
Era lo que tocaba ahora, generar ROMANCE. Eso habría sido JUEGO SÓLIDO
Pero esta vez no iba a hacerlo.
Esta vez estaba demasiado cansado, demasiado impaciente, demasiado estresado. Mi libro no dejaba de rondarme por la cabeza. Era como un bebé que había dejado en casa, pataleando y sin su biberón. Y desde luego, era mucho más importante que la casi T9 que tenía delante.
Mi Sex Code. Mi pequeño Sex Code. Mi balbuciente, pequeño bebé desatendido.
Pues bien, por extraño que os parezca, una especie de ira me invadió al acordarme de mi libro. Lo había dejado todo por él. Mis trabajo, mis proyectos, mi calidad de vida, mis aficiones, mis relaciones… Todo.
Entonces, ¿qué hacía allí? ¿Lo hacía por aprender? Yo ya no lo necesitaba, o al menos eso creía. ¿Lo hacía entonces por ella? Desde luego, no era por escribir un PARTE DE SARGEO.
Estábamos descalzos, recorriendo silenciosa y lentamente la orilla.
La miré a los ojos. Me miró. En su cara, me pareció ver una especie de fascinación absurda. Había algo en ella que buscaba mi complicidad.
Pero en ese momento no había complicidad. Había juego, nada más. Había sólo juego con sus reglas.
Y las reglas estaban escritas desde hacía cientos, miles, millones de años. Una interminable avalancha de primates las habían escrito con sus vidas y su sangre mucho antes que nosotros. Secuencias infinitas de genes borradas para siempre del gran papel de la existencia. Y largas secuencias que lograban aferrarse a él, como palabras testarudas. Triunfo de unas, fracaso de otras. Pasas o no pasas. Vida o muerte. Sí o no.
Dios se expresaba en código binario. Y esas eran sus reglas. Las reglas del juego. Reglas que yo no había creado.
Odiándola, la besé. Parecía haber estado esperándolo.
Sus labios mantenían una callada y tímida entrevista con los míos. Besaba como si llamara a una puerta, al otro lado de la cual pudiese haber gente durmiendo.
Dejé caer mis zapatos. Los suyos apenas hicieron ruido al golpear la arena.
Entonces ocurrió algo que debía haber esperado.
RUM.
Es la abreviación de lo que los Artistas Venusianos conocemos por Resistencia del Último Momento.
Le había llevado la mano al pecho, y el OBJETIVO la había apartado. Una vez. Dos veces.
No estaba de humor para hacer lo correcto, para seguir las reglas.
Me acordé del mi amigo “El Mellao” en ese mismo momento. “El Mellao”, mi mentor, el natural que me había abierto los ojos al universo de las Artes Venusianas. Y, cómo no, recordé también su legendaria técnica: la zancadilla.
Así que, en ese momento, decidí introducir una pequeña variación en el método.
Le hice la zancadilla y me tiré encima de ella.
Lo que siguió parecía un partido de tenis. Yo ponía las manos, y ella las quitaba. Y la resistencia, podía notarlo, era cada vez mayor. Además, ella estaba completamente vestida, y ni siquiera llevaba falda. En cuanto a su “no”, no era uno de esos “noes” definitivos, pero desde luego tenía poca pinta de tratarse de un “sí”.
¿Se trataba de un “no todavía”? ¿O era que aquello, sencillamente, no iba a ninguna parte?
¿Qué ocurría? Yo era un AVEN.
Se suponía que había estudiado y me había entrenado demasiado para verme en esas situaciones. Además, era demasiado viejo para regatear con una chica por su sujetador.
Estaba a punto de levantarme y volverme a casa, cuando una idea descabellada me cruzó por la mente. Con mi comportamiento típico, con mis últimos movimientos torpes, la había arrastrado de nuevo al modo de PILOTO AUTOMÁTICO. Ahora, ella estaba de nuevo respondiendo a su condicionamiento, a su programa social. Tenía una especie de antivirus que le decía exactamente lo que hacer en estas situaciones, y este funcionaba a la perfección.
Pero… ¿y si hacía algo completamente imprevisto? ¿Y si le daba algo inédito a sus defensas? ¿Y si, por así decirlo, “crackeaba” su antivirus?
Fue un movimiento rápido.
Apenas me llevó cinco segundos desabrocharme los pantalones y extraer mi miembro erecto. Y, antes de que se diese cuenta, ya había trepado por uno de sus costados hasta llevarlo a la altura de su cara. La suerte estaba echada.
¿Qué me aguardaba ahora? ¿El mayor de los ridículos?
Su reacción fue tan simple como asombrosa. Sencillamente, se limitó a coger mi órgano y a succionarlo como si en él se encontrasen las últimas moléculas de aire del universo.
No podía creerlo. Yo tenía una erección, cierto, pero no había nada mental en ella. Se trataba de una mera reacción física por el roce, no de un verdadero impulso que partiese de mi libido. Sin embargo ahora, de repente, ella actuaba como una posesa.
En otras palabras, me superaba.
Ella se encontraba en otra onda. Iba a otro ritmo. Desde luego, uno mucho más rápido y acelerado que el mío. De hecho, había una violencia y apremio en sus movimientos como no recordaba haberlo visto en varios años.
A partir de aquí, las cosas tomaron un cariz bastante previsible. Finalizamos con completo. Sin embargo, no puedo decir que fuese particularmente bueno.
En fin, eso es lo que ocurrió.
A vosotros os corresponde juzgarlo.
Un saludo.
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Mario Luna, fundador del Equipo Seducción Científica y autor de las obras
Sex Code: El Manual Práctico de los Maestros de la Seducción ©2007
Sex Crack: Conviértete en un Maestro de la Seducción ©2009
Apocalípsex: Los 10 Mandamientos de la Seducción ©2011